FRANCESCA & CLAUDIO | BODA EN MADRID

Las bodas son muy emotivas, con momentos llenos de significado y emoción. La de Francesca y Claudio no fue la excepción, pues es una historia de amor enmarcada por las tradiciones y la cultura, que resultó en un evento especial. Las celebraciones comenzaron un viernes: con el cóctel de bienvenida, una tradición cada vez más frecuente para celebrar la llegada de invitados internacionales.

En el famoso El Velasquez 17, de la ciudad de Madrid, España. Los invitados pasaron una velada inolvidable, llena de mucha diversión y momentos irrepetibles.

Dos tradiciones, una pareja

Ambos son de nacionalidad venezolana, pero con ascendencia Italiana, por lo cual los detalles que más destacaron fue esa perfecta mezcla musical que estrecha aún más los lazos entre Venezuela e Italia. Indiscutiblemente, una verdadera fiesta de alegría y baile sin parar.

La novia lució un elegante Bruna de Milla Nova y la decoración estuvo a cargo de Encaje & Plumeti en Casa de Burgos, quien creó un escenario idílico para la boda de Francesca y Claudio junto con una logística impecable proporcionada por Breglia Eventos.

Los novios hicieron el clásico brindis, puesto que una boda no es cosa de hombre y mujer, sino de familias. Así que también significa que, de ahora en adelante, serán una sola unidad. También los novios dijeron palabras emotivas en el salón y sellaron su amor con el aplauso de los asistentes.

La celebración

Los detalles durante el banquete no se hicieron esperar, como esa mezcla particular de tequeños y pizza que le dieron un toque de sabor y autenticidad al banquete.

Los novios se divirtieron y disfrutaron su gran día hasta entrada la madrugada del día siguiente. Entre máscaras, gafas de neón y antifaces, coreaban las canciones más rítmicas, mientras bailaban y compartían la buena fortuna de los nuevos esposos.

Participar en esta experiencia inolvidable fue un verdadero honor y un placer, me dio la oportunidad de conocer más a fondo a esta enriquecedora pareja. Un derroche de felicidad.

Esta suerte de ser fotógrafo de bodas es infinita, pues se comparte, se sonríe, celebra y disfruta trabajando. Muchas veces pienso que quizás no alcanzó a dimensionar lo afortunado que soy con días como estos…